domingo, 19 de abril de 2009

El albergue de los sueños

































Un paisaje envidiable, aire puro, flores, plantas y un olor a vida fresca.
Y en medio de la calma, allí está entre sol y sombras, un lugar deshabitado, donde la imaginación recorre los pasillos melancólicos, del albergue de los sueños.
Lleno de objetos, vacio de individuos, lleno de evocaciones, vacio de calor.
Como si una marea de un feroz viento hubiese arrastrado los deseos de las personas y solo hubiera dejado las almas flotantes, como si hubiesen volado los cuerpos presentes y quedado sólo sus pertenencias, así se reflejan las visiones del albergue.
Y es que las aulas vacías, las desordenadas camas, los pequeños zapatitos de bebes... todo hace que evoquemos que en el albergue abandonado, se marcharon las personas pero se quedaron los desamparados sueños.